El cielo de Truman
Antes de llegar a Madrid pensaba que todas las ciudades comparten un mismo cielo . Seguramente, para los madrileños no sea tan sorprendente, quizá con demasiada prisa para mirar hacia arriba o acostumbrados ya a su presencia e incapaces de admirarlo. Pero el cielo de Madrid es un cielo intenso, vivo, como la ciudad.
A saber por qué me lo imaginaba gris, industrial y calinoso. No. Los días claros son más claros que en cualquier otro sitio. Son de un azul intenso, con nubes blancas y panzonas, como las de la cabecera de Los Simpson. El cielo se convierte en protagonista, y resta importancia a lo que pasa "allí abajo" a toda velocidad.
Tan rotundo es, que a veces lo miro con desconfianza. Es como si estuvieras dentro de El Show de Truman y alguien hubiera programado un cielo perfecto como recurso para distraer tu atención y que no te percates de algo importante.
La sensación de irrealidad sólo desaparece si haces algo igual de espontáneo y brillante bajo ese cielo quizá demasiado radiante para ser cierto. Sentarte en el suelo de la Plaza Mayor y comerte un bocata de calamares. Una mañanita de cañas por el rastro con los amigos. Una tarde de tiendas de cómics. Que cuando algo es perfecto (y gratis) mejor es difrutarlo y no buscarle tres pies al gato.
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